Como cada año, por estas fechas, suele ser tradición (más que el posado de Ana Obregón en verano) mi resumen y reconocimiento de los hechos más importantes del año que va a acabar.
Este 2015 ha sido un año muy completo, un año en el que no ha faltado ningún tipo de emociones, que al fin y al cabo es lo bonito de la vida, la diversidad de sentimientos y experiencias.
En primer lugar agradecer a todas las personas que han hecho posible que acabe el año y tenga un buen sabor de boca de este 2015, a esas personas que me han hecho reír hasta llorar y que también me han visto llorar y me han hecho reír.
Durante estos doce meses he conseguido averiguar verdades como puños y mentiras asquerosas, personas reales y personas tóxicas, cariño del verdadero y del ficticio... y así un sinfín de experiencias que han conseguido que siga evolucionando mi forma de ser, de actuar y de comprender.
Si algo he aprendido es que hay que mostrar una gran capacidad de empatía en la vida y sobre todo con las personas que nos importan, nunca sabes las circunstancia en las que esa persona o personas se encuentran ni el porqué de muchas cosas.
Aceptar los errores es una parte fundamental en la vida. Nunca es tarde cuando lo que se pretende tiene buena intención y buen fondo pero siempre hay que intentarlo, no debe quedar escondido tras un orgullo rencoroso.
La vida está llena visitas que vienen y van, de personas que llegan a ti, te enseñan algo y desaparecen y personas que nunca te dejan de enseñar. Lo importante de todo esto es aprender, madurar y crecer.
He conseguido no arrepentirme de nada de lo que he hecho. Hice lo que creí oportuno o lo que realmente me dio la gana en cada momento, porque nadie va a vivir por mí ni yo por nadie, lo justo es vivir sin juzgar o, por lo menos, sin entromisión en vida ajena, ya cada uno tiene bastante con su vida como para tener que llevar por delante la de otra persona.
Siempre he pensado que quién quiere puede, y quien te quiere te busca y te lo demuestra, cuando alguien no está a tu lado es porque no quiere y al final acaba por desaparecer su sitio.
No hace falta que sea navidad para echar de menos a alguien que se marchó injustamente y que cada día, cada minuto y cada segundo está en todas mis decisiones y en todos mis logros, también en cada uno de mis errores, porque ella... ella está en mí.
Este año he decidido vivir, vivir a mi manera, vivir a mi familia, vivir a mis sobrinos (a los que quiero más que a mí) , vivir a mis amigos y vivirme a mí. Disfrutar y sentir cada sensación como si fuese nueva, cada día como si no hubiese un mañana y evitar cualquier sensación negativa proveniente de personas a las que, de una manera u otra, no se lo permito.
Por último, y para no ser pesado, desearos una feliz Navidad y un gran 2016.
Sean felices, es gratis.