sábado, 5 de septiembre de 2020

El vuelo de Vanesa Martín

Me cuentan que Vanesa Martín ha sacado un nuevo single y me voy a Youtube directamente, veo que inclusive tiene videoclip y... al play.

Una vanesa más guapa que nunca en primer plano tumbada es el inicio de dicho videoclip, cantando suave sonriendo, comienza bien.





Las dudas asaltan, tales como cuándo, cuánto... pero en un ritmo ascendente en el que te hace mover la cabeza, vanesa decide coger aire y volar, respirar, sonreir ante las dudas.

Un "buenrollismo" te sacude, te hace sonreir a la vez que en el videoclip, vanesa, va por un camino precioso en un maravilloso descapotable con el pelo sacudido por el viento, en el que recoge a un chico con un pelazo que hacía autoestop. (A mi nunca se me ha aparecido un chico así haciendo autoestop).

Vive, date oportunidades. tropieza y sigue, ese es el mensaje que recibo de esta canción. Hay que vivir de tus tropiezos, y repetir sabiendo lo que viene pero te compensa aún.

Es lo bueno de la música de Vanesa Martín que, al igual que ocurre con Pablo Alborán, son unas canciones que cada persona puede interpretarla de mil maneras diferentes. Eso es algo precioso y muy difícil de conseguir.

"que te espero cada vez que me lo pidas, pero hazlo dentro de mí" no puede haber una frase más sincera que esta en esta canción.


Vanesa demuestra una madurez musical indiscutible, un sonido fresco, renovado, hasta diferente diría yo. Pero con una esencia que caracteriza cada canción de la artista. Tras Munay es el tema que más me gusta de Vanesa, Caída libre moló, pero el "buenrollismo" de este nuevo single es tremendo.

En cuanto a los estilismos, he de decir que son muy acertados, unos looks preciosos y ella guapísima.

Vanesa sabe cautivar, conquistar, mantener y gustar a su público, ella lo sabe y lo sigue haciendo, y ojalá por muchos años.

Te puede gustar más o menos, pero Vanesa Martín es una artista muy necesaria en el panorama musical español.




Lágrimas en un taxi

Dentro de aquel taxi no solo iban unas lágrimas cayendo por un rostro entristecido por los recuerdos, también iba un chico aferrado a un solo pensamiento. Ella. Sólo ella.




La misma situación se repite cada noche en esa cama con vistas a una noche sin estrellas, mientras él se aferra a su perro, aquel que lame cada una de esas batallas interiores en las que nunca es el vencedor.

Una vida llena de incertidumbres frustradas de las que no encuentra salida alguna.


Saber vivir dentro de na disputa contínua consigo mismo se está convirtiendo en una rutina tan dura como aburrida.




"No aislemos, intervengamos."