Siempre serás mi mayor clave de sol.
El sonido del lugar donde mueren las olas enlatado sobre una mesita de noche.
El olor a esas manos tan ásperas como medicina para cualquier cardenal sentimental.
El sonido de la mirada que, sin preguntar, sabía todo lo que pasaba y todo lo que podía hacerte feliz.
El sonido de la comida recién hecha. Como si de oro se tratase pagaría por volver a ese almuerzo que, posiblemente, no valoraba.
Ese olor que, a día de hoy, recuerdas en el perfume, en la ropa limpia, en la verdad.
La hoja de papel cortó pronto tu pentagrama, pero no consiguió que dejase de oír tu música.
Esa clave de sol con sonidos a nostalgia y sabiduría, a sonrisa y amor.
Esas notas musicales se juntan y suenan a ti y a mí, a familia. Suenan a mamá.
